Si te soy sincera, llegué a la carrera de nutrición completamente de rebote, yo siempre me había imaginado en un laboratorio entre batas blancas y pipetas… ¡Ay… Qué equivocada estaba! Cuando comencé a estudiar y fui consciente de cómo funciona nuestro cuerpo, de todo lo que nos aporta la nutrición y de cómo nos influye la alimentación en nuestro día a día…  Me quedé maravillada y sentí que ese era mi sitio, así que decidí quedarme. 

Al igual que yo me quedé y eso hizo que pueda estar contándote esto, te invito a que te quedes leyendo para descubrir un poco más sobre mi historia. 

Soy disfrutona y siempre me ha gustado comer, y aunque ahora te lo cuento como algo bueno… no siempre lo he percibido de esa forma. 

Mi madre siempre me cuenta que siendo una enana me iba a la mesa de los mayores porque allí había cosas más ricas, y les ponía caritas a unos y otros porque siempre conseguía que me dieran algo. Los trozos de queso viejo y los postres de chocolate eran mis tesoros preferidos… Y admito, que a día de hoy siguen siendo de mis alimentos favoritos. 

Pero esa felicidad de comer lo que quisiera se fue disipando en la adolescencia… que si el traje de flamenca te tiene que quedar perfecto, que si comienzan los ‘amores adolescentes’, que si en la superpop salen las modelos estupendas y las nuevas modas de alimentación que son la caña para el verano… Y acabé comiendo ensaladas y manzanas 24/7 y mi ‘’hobby’’ era el gym, por supuesto con el objetivo de caber en una 36 y tener un cuerpo 90-60-90, que era lo que se llevaba entonces… Recuerdo que en el recreo del instituto todo mi grupo de amigas, sin faltar ni una, desayunábamos una manzana; lo que ahora mismo diría que es una infelicidad total. Y de ahí pasé al lado contrario… ‘’me da igual todo’’ y no me preocupaba por mi alimentación, y comía sin miramientos, así que te puedes imaginar que mis hábitos alimentarios dejaban mucho que desear. En ese punto comencé la carrera y comencé a tomar consciencia de la importancia de la alimentación en nuestro día a día y en todas las etapas de nuestra vida. Pero no fue hasta tercero donde tuve un cambio de verdad. 

Te estarás preguntando qué pasó en tercero… y lo que pasó fue que me fui de Erasmus, y fue un periodo de autoconocimiento y experiencias increíbles que me hicieron cambiar, pero no a nivel alimentario, sino a nivel personal. Y eso se tradujo en un cambio en muchos aspectos de mi vida; mejora de alimentación, mejora de la relación conmigo misma, retomar el deporte por placer y no por querer adelgazar, ser capaz de socializar mejor, estar más tranquila, y un largo etcétera. Y aquí fue cuando me di cuenta de la estrecha relación que hay entre cómo nos sentimos y cómo nos cuidamos, y comencé a trabajar en mí, a reconstruirme yo para poder ayudar a los demás. 

Me parece increíble cómo se relacionan emociones y alimentación, emociones y aparato digestivo, emociones y nutrición. Supe que mi foco como nutricionista tenía que ser ayudar a las personas a tener una buena relación con la comida, con el deporte, ayudarlas a sanar un aparato digestivo dañado, a recuperarse de un trastorno de la conducta alimentaria.

Y después de todo, aquí estoy para explicarte todo lo que puedo ofrecerte y que, así, consigas tu propio cambio y recuperes tu bienestar.